Luís Hernández, en su Diccionario de la Música en el Táchira


SALON DE LECTURA
.- Institución tachirense fundada en abril de 1907 por un grupo de monitores sociales de la ciudad, que se constituyeron con la finalidad de crear una organización que aglutinara las inquietudes culturales de sus agremiados. Fue su primer Presidente el doctor Abel Santos y mantuvo durante muchos años una tradición de expresión cultural, vista desde el sentido sociológico, o manifestada en el culto a las bellas artes. Ha sido caja de resonancia de las transformaciones sociales y políticas del estado durante este siglo traducidas en conferencias, charlas, exposiciones, iniciativas sociales y motorización de las más variadas manifestaciones estéticas. De ahí, que en los últimos años, cambió su postura bellartista por una visión antropológica del hecho cultural. En lo estrictamente musical, el Salón de Lectura o Ateneo del Táchira, como también se le denomina, ha presentado en los salones de sus diversas sedes, particularmente en la actual de la calle 9, la cual ocupa desde 1937, a los más destacados representantes de esta expresión artística en el mundo. Su inauguración, el 19 de abril de 1907, en la sede de la escuela regentada por Eloy Peralta, estuvo acompañada por un concierto realizado por la Banda del Estado bajo la conducción de Alejandro Fernández, el adelanto de ésta corporación musical era tan notorio, que algunos llegaron denominarla la segunda banda de la República. Esta institución oficial participó en la inauguración de los Juegos florales realizados en febrero de 1908, con la interpretación, entre otras obras del repertorio, de la obertura La Gazza Ladra de Rossini. Como manifestación propia de la sociedad civil, aunque recibía, desde su fundación, un subsidio de ochenta bolívares mensuales, otorgado por el Ejecutivo del Estado, el Salón de Lectura abrió sus puedas a participación de variados componentes de la población de San Cristóbal, quienes cooperaban con la realización de veladas artísticas. Estas se inician en octubre de 1917, con la presentación de Antonia María Rodríguez, competente pianista local, quien durante más de tres décadas contribuyó con su aporte especial a estos eventos artísticos, los cuales se han manifestado a lo largo de su historia. Mención especial debemos hacer a la figura de Marco Antonio Rivera Useche, compositor del Himno de esta institución (con versos de Manuel Felipe Rugeles), quien cooperó con su apode a la constitución de una Estudiantina, y más tarde, en 1946, con la estructura de una pequeña orquesta de cámara con la que fueron amenizados los actos propios de la entidad cultural. Esta institución musical sirvió también para difundir las creaciones recopiladas de los músicos del siglo XIX y las producciones recientes, convertidas a lo largo de los años, en clásicos de nuestra expresión estética. El Salón de Lectura recibió la colaboración voluntaria de aficionados y artistas profesionales de la ciudad, entre los cuales mencionamos a: Victoria Moreno; Juanita Moreno Morales (luego señora de Rivera Useche); los hermanos Rey Cubillos; Valentín Moreno; Manuel Gómez; Antonia María Rodríguez; Magdalena Villasmil Stella; Elvira Santos Stella; Cecilia Monsalve Castilla; Arquímedes Cortés; Matilde Spialliat de Schiffino; Luís Felipe Ramón y Rivera; Trina Soulés Baldó; Elbano Beracierto; Ofella Moreno; Jesús Corrales Sánchez; Miguel Eduardo Gámez; Jesús Moreno Perazzo; José Kamratowski, Arminda de López Henriquez; María Santos Stella y toda su organización estructurada a través de la entonces llamada Academia de Música del Táchira, entre otros. La Junta Directiva de 1941-1942, presidida por el Dr. Ramón J. Velásquez e integrada por Marco Antonio Rivera Useche como vicepresidente, promovió en diciembre de 1941 el primer Concurso Anual de Música Tachirense, iniciativa ésta que motivó la producción de nuevos temas, con la finalidad de publicar un álbum de música, aspiración que no se realizó. Este certamen premió las siguientes creaciones: PREMIO TELÉSFORO JAIME: al valse Primer Pensamiento de Jesús Manuel Colmenares. PREMIO JOSÉ MARIA RIVERA: al bambuco Retazo de cielo de Ricardo Rojas. Además fueron también galardonados con obsequios particulares de la señora Asia Santana de Pulido Villafañe y de la Agencia Internacional, los noveles compositores Humberto Morales y Pánfilo Medina con sus producciones Juventud Tachirense (valse) y el luego clásico bambuco Cantares de Primavera. Como ya lo hemos expresado, esta casa sancristobalense de la cultura ha recibido a lo largo de su historia a eminentes intérpretes mundiales, entre los que podemos mencionar: Arthur Thomas (cátara, 1935); Nicanor Zabaleta (arpa clásica, 1942); Gloria Bolívar (piano, 1943); Carlo Liten (pianista y recitador, 1944); Emil Friedman (violinista, 1945); Alcira Ramírez (cantante colombiana, hermana del barítono Carlos Julio Ramírez, 1945); Juan Bautista Plaza (conferencista, compositor y musicólogo, 1945); Evencio Castellanos (pianista, 1945); luego vendrían los artistas especialmente invitados por la Sociedad Pro Arte (v. Tema especial), organización que tuvo su origen en el Salón de Audiciones Musicales promovido en abril de 1944 por los doctores Aurelio Ferrero Tamayo, Rafael Armando Rojas y por el compositor y violista, Luis Fellpe Ramón y Rivera, entre otros monitores. Con motivo de la celebración del cincuentenario de su fundación, el Salón de Lectura se vio engalanado con la participación especial de la Orquesta Sinfónica Venezuela, la cual ofreció los siguientes conciertos: Sábado 27 de abril de 1957 en el Teatro de la Casa Sindical (Directores: Pedro Antonio Ríos Reina; Andrés Sandoval y Evencio Castellanos); domingo 28 de abril, a las once de la mañana, en el Gimnasio Dos de Diciembre, hoy Arminio Gutiérrez Castro de La Concordia (Directores: Pedro Antonio Ríos Reina; Inocente Carreño y Gonzalo Castellanos) y a las ocho de la noche de ese mismo día culminó su gira con la presentación una orquesta de cámara integrada por miembros de la Sinfónica dirigida por el mencionado Pedro Antonio Ríos Reina. Esta sociedad cultural también ha sido sede de las presentaciones especiales de la Banda Oficial de Conciertos, entre ellas, el concierto dirigido por José Rozo Contreras, Director de la Banda Nacional de Bogotá, y el último concierto de Marco Antonio Rivera Useche como conductor titular, acto en el cual entregó la batuta a su sucesor Tíbulo Zamblano. El 22 de noviembre de 1970, su teatro, - que hoy día lleva el nombre de su principal monitora, Doña María Santos Stella -, fue protagonista del primer concierto ofrecido por la Banda Filarmónica Experimental bajo la conducción de su fundador musical Amable Alfonso Sánchez; éste, también entregaría formalmente la batuta a su sucesor, Luís Hernández Contreras, en acto realizado el 26 de junio de 1982. Todos los actos de gran relevancia e importancia de la actual Escuela de Música Miguel Angel Espinel han sido realizados en sus instalaciones. Por la importancia y relevancia mundial de los intérpretes presentados desde los años cuarenta, la sociedad, con la participación de decididos animadores culturales adquirió el piano de concierto Steinway and Sons, el cual ha sido interpretado por las más grandes luminarias de este instrumento que han visitado la ciudad.

Tomado de Diccionario de la Música en el Táchira, p. 168 a 170

Tulio Hernández en El Nacional 29/03/01

En la esquina sureste de la plaza Bolívar de San Cristóbal se avista un sobrio y blanco edificio de aires neocoloniales, cuya construcción data de los años 30. Su serena belleza contrasta de manera triunfante con la fealdad imponente de algunos edificios cercanos, construidos en las últimas décadas del siglo XX sin el más mínimo criterio de diálogo con aquello que debería representar el centro histórico de una ciudad.

El edificio del que hablamos fue concebido y realizado por Luis Eduardo Chataing —el mismo arquitecto del Teatro Nacional de Caracas—, y es muy probable que sea la primera edificación construida en Venezuela con el objetivo especifico de albergar ya no un teatro o una universidad, sino un centro cultural en su sentido moderno.

Decretada por el propio Juan Vicente Gómez al final de sus días, la obra, sin embargo, fue inaugurada bajo el gobierno de López Contreras, como sede de la Sociedad Salón de Lectura - Ateneo de San Cristóbal. Una organización que arribó a los 94 años de existencia el pasado jueves 19 de abril, y que resume en su itinerario una pequeña épica ciudadana que nos ayuda a comprender mejor otro tipo de historia nacional, que no se limita a la narración de cuanto ha ocurrido en torno al ejercicio del poder desde su sede máxima de Miraflores.

II

En el origen del Salón de Lectura, denominación primera del proyecto, se encuentra la iniciativa de un representativo grupo de jóvenes tachirenses al frente de los cuales estaba José Antonio Guerrero Lozada, quienes incorporan a Abel Santos, conocido intelectual de la región, que a la larga sería su más decidido impulsor. El objetivo que los animaba —nada común en un territorio remoto, en franca crisis económica y marcado por la hegemonía de militares y caudillos— era crear un espacio especialmente dedicado a la lectura y debate de las más recientes ideas y propuestas artísticas que llegaban al Táchira.

La iniciativa fue prosperando. Pronto se convirtió en una referencia, y de alguna manera tuvo mucho que ver con el destino de Abel Santos, hombre que comienza siendo abierto enemigo de Castro; luego, a su muerte, se convierte en ministro de Gómez; cae más tarde en desgracia y va a parar a la cárcel y al destierro, para terminar regresando a Caracas por invitación del dictador. En ese último encuentro, Santos solicita al Benemérito la construcción de la sede del Salón de Lectura de San Cristóbal, cosa que Gómez acepta.

Desde entonces, con momentos de auge y caída, el Salón de Lectura se convirtió en el gran escenario tachirense. Lugar de culto y divulgación de la lectura: Pío Gil, antes de morir en París, le dona su biblioteca personal. Foro privilegiado para el debate: Amenodoro Rangel Lamus, otro destacado intelectual local, dicta allí sus conferencias sobre la revolución soviética en 1917; Alberto Adriani presenta por primera vez sus tesis sobre una economía nacionalista y la siembra del petróleo; Leonardo Ruiz Pineda ejerce funciones dirigentes y de divulgación de las tesis democráticas.

En un país y una región azotados por una debilidad institucional mayor que la de hoy en día, el Ateneo de San Cristóbal, como ocurrió en Caracas y otras ciudades del país, se convirtió en el lugar de gestación, nacimiento y sede de iniciativas tan diversas como la primera Escuela de Música local, el Centro de Historia del Táchira, la Universidad Popular Abel Santos, la extensión de la Univwersidad Católica Andres Bello y la Corporación Andina de Fomento (Corpoandes), o de ambiciosos y pioneros proyectos de investigación social como aquél que, emprendido por Luis Felipe Ramón y Rivera e Isabel Aretz, daría como resultado a comienzos de los años 60 los tres grandes volúmenes de Folclore tachirense, publicados por la Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses (BATT).

III

El Ateneo de San Cristóbal, como todas las organizaciones venezolanas del presente, también ha sido en ocasiones objeto de grandes críticas y debates sobre quiénes y cómo lo deben dirigir, o cuán cerradas o cuán abiertas son —o deberían ser— sus políticas y sus públicos, y también objeto de deseo de los grupos políticos locales. Pese a ello, es una institución llena de vida, con un edificio excelentemente mantenido y restaurado con criterio profesional, que ha estado celebrando su aniversario con una vigorosa programación.

Esta semana que concluye debe haber terminado, también en su sede, una Feria Nacional del Libro que tuvo como aliados excepcionales a la Fundación Kuai-Mare y a la Lotería del Táchira. Durante varias noches, el patio central del edificio —«de Ladrillo y Cielo», dice el programa— sirvió de escenario a conciertos de orquesta, recitales de músicos y poetas y presentaciones de libros diversos. El poeta colombiano Jota Mario Arbeláez y un numeroso grupo de venezolanos —con Ernesto Román y Enrique Hernández D’Jesús al frente— hicieron que la ciudad se convirtiera por dos semanas en una pequeña capital de la poesía. Ramón J. Velásquez, protagonista también y seguidor de esta historia, hizo de presentador de nuevos títulos de la BAAT, que cumple ahora 40 años de existencia con 180 títulos en su haber.

En el fondo, con este encuentro y en esta casa, lo que se celebra es una experiencia local de amor por los libros y la lectura, por las artes y las ideas, distinta a la secuencia de caudillos, autócratas y presidentes con la que se tendió por mucho tiempo a asociar de modo casi exclusivo la rica vida tachirense. Se celebra, también, y es lo más importante, la existencia en Venezuela de un tipo de organizaciones surgidas del seno de lo que hoy se conoce como sociedad civil, que —ya sea bajo gobiernos autoritarios o bajo aquéllos de aprendizaje y desaprendizaje democráticos— han logrado mantener con vida espacios autónomos para el debate y la creación artística e intelectual. En un país dominado por los tentáculos del Estado, y en una región secuestrada por el imaginario de militares y caudillos, el asunto es como para celebrarlo.

Tomado de http://www.analitica.com/bitblio/tulio/otras_historias.asp

Discurso de Pascual Mora 19-04-05


Discurso de Orden en el nonagésimo octavo aniversario del

ATENEO DEL TÁCHIRA

(Sociedad SALÓN DE LECTURA)

a cargo del

Dr. José Pascual Mora García,

Presidente de la Academia de Historia del Táchira

y

Sociedad Bolivariana del Táchira.

San Cristóbal, 19 de abril de 2005.



I. RAÍCES FUNDADORAS.


La historia casi centenaria del Salón de Lectura (Ateneo del Táchira) ha sido fraguada con la sabiduría de las arenas. Mecenazgo que ha ejercido para conducir el arroyo de la cultura tachirense venciendo los obstáculos. Los griegos bautizaron con el nombre de Prometeo a la divinidad que raptó el fuego sagrado a los dioses del Olimpo para devolvérselo a los hombres. Y ese ha sido el papel del Salón de lectura, ha sabido perpetuar el mito de Prometeo en el Táchira. Pero no ha sido fácil, como no fue fácil para la divinidad griega, arrebatar el fuego sagrado de la cultura a los dioses del Olimpo criollo. Incluso quienes han tenido esa osadía emulan la tragedia griega para ser devorados u ocultados en el anonimato.


Hemos necesitado de la sabiduría de las arenas para reorientar oportunamente el camino cierto de las luces, porque el destino de la cultura tachirense se asemeja a la historia del arroyo. Evoquemos su historia de la mano del maestro sufísta Osho para captar su moraleja:

"Un arroyo, desde su nacimiento en las lejanas montañas, después de atravesar todo tipo de paisajes, alcanzó por fin las arenas del desierto. Igual que había cruzado todas las demás barreras, el arroyo trató también de cruzar ésta, pero se encontró con que en cuanto se adentraba en la arena sus aguas desaparecían. Sin embargo estaba convencido de que su destino era cruzar ese desierto, y de que a la vez no había manera de cruzarlo. Entonces una voz oculta, que salía de las arenas del desierto, le susurró:

- El viento cruza el desierto, e igualmente puede hacerlo el arroyo. El arroyo objetó que estaba arremetiendo contra la arena, pero que sólo estaba siendo absorbido; que el viento podía volar y por ello podía atravesar el desierto.

_ Arremetiendo de tu manera habitual no podrás atravesarlo. Replicaron las arenas. Desaparecerás o te convertirás en un lodazal. Debes dejar que el viento te lleve a tu destino.

- Pero ¿ cómo puede suceder esto?

- Dejando que el viento te absorba…

Y el arroyo hizo ascender su vapor hacia los acogedores brazos del viento, que suavemente y con facilidad le llevaron hacia arriba y a lo lejos, dejándole caer con suavidad en cuanto superó el desierto.

Fue así como las arenas señalaron el camino del arroyo. Y por eso se dice que el camino por el que el arroyo de la vida tiene que continuar su viaje está escrito en las arenas."

Intentaremos, pues, esbozar la sabiduría de las arenas del Salón de Lectura para decantar el camino cierto del arroyo cultural tachirense. Desde las arenas fundadoras hasta las arenas de la generación actual. Deteniéndonos por supuesto en algunos de sus desiertos, porque el arroyo cultural ha debido superarlos para poder conmemorar este nonagésimo octavo aniversario.


ORIGEN Y ACTA FUNDACIONAL

En 1901 llegó a San Cristóbal al mando del general Esteban Chalbaud Cardona, quien venía a luchar contra la invasión del Dr. Rangel Garbiras, el tovareño José Antonio Guerrero Lossada. Y se quedó entre nosotros. Buscó una pieza en la esquina de la antigua calle Miranda con la carrera de Carabobo, y estableció un pequeño boti­quín que llamó «La Francia»; puso a la orden de los jóvenes estudiantes que visitaban aquel establecimiento los pocos libros que poseía. Luego, propuso a sus contertulios para que cada uno contribuyera con un libro. Entre los estudiantes que contribuyeron a la formación de la biblioteca figuran los jóvenes Pedro Armando Ruiz, Tulio Salas, Domingo Sar­di, José Abel Montilla, Fernando Tamayo, Falcón Nieto, Miguel Ángel Angarita; y entre los señores que prestaron todo su apoyo a la idea del Centro, figuran: Pablo María Pulido, José Luis Añez, Francisco Baptista Galindo y Luis María Soto. De manera que el Salón de Lectura tiene una génesis de extracción popular, y no es cierto como se ha querido hacer ver que el Salón de Lectura tenga una connotación elitesca. Quizá esa sea una de las esencias más potentes de la Tachiranidad, la igualdad, pues como dijera en su momento Manuel Villet: " En San cristóbal, como en todo el Táchira, no hay hombres que puedan llamarse propiamente ricos; pero tampoco hay mendigos".

En el improvisado botiquín de «La Francia» se gestó el primer antecedente de la Sociedad Salón de Lectura. Idea que expusieron al doctor Abel Santos para solicitarle la mejor orientación en el registro legal. El Dr. Santos oyó la exposición del señor José Antonio Guerrero Lossada y felicitó a los jóvenes y se propuso celebrar una reunión con el objeto de nombrar una comisión para redactar los Estatutos. El espacio elegido para la reunión fue la Es­cuela Municipal No. 1 que regentaba don Eloy Peralta. La primera reunión tuvo lu­gar el día 10 de marzo de 1907, y fue presidida por el Dr. Abel Santos con el carácter de Director Provisional. La Comisión quedó integrada por: Miguel Ángel Pirela, Rafael Medina, Gerónimo Sabino Lara, Pablo María Pulido y Ángel Antonio Ruiz.

Ese día levantaron la presente Acta, siendo e primer documento legar de constitución jurídica del Salón de Lectura, y la reproducimos porque en ella está encarnado el sentir primigenio de los fundadores: «Nosotros los suscritos, ávidos de algún saber y tratando de llenar uno de los vacíos que experimenta la ciudad de San Cristóbal, como lo es la lectura se­lecta para tantos conterráneos que anhelan una instrucción que no se al­canza en nuestras primarias aulas, ni es accesible fácilmente a las fortunas módicas y queriendo que de nuestros conterráneos todo el que quiera apren­der lo pueda, hemos resuelto fundar por primera vez en San Cristóbal, a la manera de Caracas, Valencia, Maracaibo, & & &, una Biblioteca si no pública, si al servicio de una Asociación compuesta por los firmantes fundadores y los demás socios que según los Estatutos se reciban. -Condiciones fundamentales son: contribuir con cinco bolívares de entrada y dos mensuales. La dicha Sociedad queda constituida en forma de Club a cuyos beneficios no tendrán, pues, derecho sino sus miembros y los que el legalmente habilite».

La Comisión redactó el primer Reglamento y aprobado el día 7 de abril de 1907. Y se fijó el día 19 de abril para la instalación solemne de ese Centro, cuya Acta también reproducimos, por considerarlos documentos fundacionales:

«En la ciudad de San Cristóbal a los diez y nueve días del mes de abril de mil novecientos siete, siendo el día y horas señalados en el Acta anterior, se constituyeron en el Salón donde ha venido verificando sus sesiones la sociedad «Salón de Lectura» el Doctor Abel Santos, como Director Provisional, el Secretario Interino, Ciudadano Pedro Armando Ruiz y un numeroso concurso de asociados que excedía en mucho al quórum reglamen­tario y que firmarán la presente a efecto de proceder a la elección de los Ciudadanos que deban constituir la Junta Directiva y el Jurado de la So­ciedad conforme a lo prevenido por los Títulos V y XI de los Estatutos, san­cionados por los miembros que la componen. El Secretario informó al Director haber el quórum reglamentario en cuya virtud se abrió la sesión. Leída, aprobada y firmada el acta anterior, el Secretario dio cuenta: lo. De varias notas por las cuales los ciudadanos Doctores Lucio Oquendo y Santia­go Rodríguez R., Procurador Gerónimo Sabino Lara, Br. Arecio Urdaneta y Francisco Lara R., contestan a la Dirección de este cuerpo, las notas que les dirigió participándoles haber sido respectivamente nombrados Miembros de la Junta Directiva en desempeño de los siguientes cargos: 1º. 1er. Vice-Presidente, 2do. Vice-Presidente, Secretario de Actas, Secretario de Correspondencia y Tesorero, en las que todos manifestaron su aceptación. 2º. De tres notas dirigidas a la Dirección, en que los Ciudadanos Antonio Díaz, Aurelio Ferrero (Troconis) y Rafael E. Medina, contestan la participación de haber sido nombrados Vocales de la Junta Directiva, y manifiestan su aceptación; y 3º De siete notas por las cuales los ciudadanos Carlos Luján, Lorenzo Tamayo M, Juan de Jesús Quintero, Atilio R. Ochoa, Tomás Castilla E., Pedro Armando Ruiz y Miguel Ángel Quintero contestan a la Dirección, la participación que ésta les hizo de haber sido nombrados como Miembros del Jurado, en las cuales, manifiestan la aceptación del cargo. Seguidamente el socio Antonio Guerrero Lossada a nombre de varios de los Socios iniciadores de la idea de la creación de este Centro, se permitió nombrar al Socio Pedro Armando Ruíz, para que este excitara al Doctor Abel Santos a prestar ante el Cuerpo su promesa de cumplir y hacer cumplir estrictamente los deberes que le imponen los Estatutos sancionados. El señor Ruiz, cumplió su cometido, y en breves y acertadas frases obtuvo el fin propuesto, prestando el Doctor Santos su promesa solemne en el sentido antes dicho. Incontinenti el ciudadano Presidente recibió a los otros Miembros de la Junta y del Jurado, la promesa de cum­plir fielmente los deberes de sus respectivos cargos. El Doctor Santos tomó la palabra, y aprovechando tan solemne ocasión, manifestó a los asociados quedar definitivamente instalado este Centro de Cultura y provechosa ins­trucción que habrá de ser de importancia y de resultados efectivos para el porvenir del Táchira; una vez que la mayoría de sus miembros se compone del elemento joven, llamado a secundar con eficacia y con tesón los princi­pios e ideales de verdaderos patriotas, y excitó a todos los Socios al estricto cumplimiento de sus respectivos compromisos contraídos en el sentido de dar impulso, siempre creciente a las miras que se han propuesto con la ins­talación de este Centro. Seguidamente el mismo señor J. Antonio Guerrero L., tomó la palabra y en bien sentidas frases interpretó los sentimientos de la mayoría presente, para significar la importancia moral y material que se le atribuye al «Salón de Lectura», de cuya creación se trata. El Presidente excitó también a los presentes que deseen tomar la palabra para que lo ha­gan libremente, y el señor Br. Pablo María Pulido lo hizo para dar algunas explicaciones sobre varias obras que puedan tener cabida en la Biblioteca de cuya fundación se trata, y de las cuales presentó una lista impresa. No habiendo más de qué tratar, el Presidente fijó la 1 p. m. del día veintiuno del presente mes para la instalación de la Junta Directiva y el Jurado, y dispuso hacer las participaciones a las autoridades de esta Capital y otras y demás Corporaciones. -Abel Santos, -Gerónimo Sabino L., Secretario. ­Pedro Armando Ruiz, Secretario Interino». Este es el documento que le da la personalidad jurídica a la Sociedad Salón de Lectura, y recomiendo que en los datos institucionales se cite para preservar el dato histórico fidedigno.

Durante la administración del General Eustoquio Gómez (1915-1925), el Salón de Lectura sufrió una de las etapas más difíciles al ver a varios de sus hijos y fundadores exilados en Colombia. El Dr. Santos fue repatriado, y una vez en Caracas, atendiendo el llamado que le hiciera el General Juan Vicente Gómez, aprovechó para solicitarle el espacio físico del Salón de Lectura. Y cuál sería la sorpresa que inmediatamente ordenó donar la casa del señor Pedro Chacón, que había fallecido en esta ciudad sin dejar herederos. Le fue otorgada la escritura, pero no siendo suficiente se vendió y con el valor de ella el Dr. Santos compró a la señorita Anita Ramírez la esquina de la carrera Vigirima con la 5, y allí con fondos que le dio el General Gómez, levantó el primer edificio propio que tuvo el Salón de Lectura.

Para el año de 1935 funcionaba frente al Parque Bolívar, en el sitio que hoy ocupa el «Salón de Lectura», una Bomba de gasolina. Y fue justamente el Dr. Amenodoro Rangel Lamus quien eligió el lugar para le­vantar un edificio grande y cómodo para el Salón de Lectura, y para el efecto propuso un cambio al Concejo y fue aceptado. Esta vez el General López Contreras, Presidente de la República, contribuyó grandemente a la realización de esta obra; los trabajos empezaron el día primero de septiembre de 1935.


Los tachirenses, y en particular, los miembros del Ateneo del Táchira-Salón de Lectura, tenemos una deuda con el General López Contreras quien no sólo levantó la edificación sino que la amuebló. Hoy con la distancia que nos permite el tiempo deberíamos vencer las mezquindades y superar la vocación de saturnidad que nos impide reconocer a los hijos que han sido gratos con el terruño como dijera Manuel Felipe Rugeles.

La propiedad del terreno del Salón de Lectura, fue otorgada por el Gobier­no Nacional el 10 de octubre de 1946. El Documento de propiedad dice:

«José Manuel Padilla, Encargado de la Procuraduría General de la Nación, en cumplimiento del Decreto No. 411 de la Junta Revolucionaria de Gobierno, publicado en la Gaceta de los Estados Unidos de Venezuela del ocho del mes en curso, No. 22.131, y de acuerdo con el oficio No. P-9278 del Ministerio de Relaciones Interiores de fecha 9 del pre­sente, declaro: a nombre de la Nación Venezolana hago donación, pura y simple, a la Sociedad «Salón de Lectura», persona jurídica con domicilio en la ciudad de San Cristóbal, capital del Estado Táchira, del edificio y mobiliario, de propiedad nacional, donde tiene su sede dicha Institución, el cual a petición de la Sociedad construyó e instaló el Gobierno Nacional por órgano del Ministerio de Obras Públicas, en terreno de la propiedad de ella, ubicado en la expresada ciudad de San Cristóbal, en la esquina noroeste de la Plaza Bolívar, adquirido de acuerdo con documento registrado en la Oficina Subalterna de Registro del Distrito San Cristóbal el 2 de julio de 1935, anotado bajo el número 3 del Protocolo Primero, y alinderado así: Norte, propiedad que es o fue de Elvira Chacón; Sur, calle 9 de Camilo Torres; Este, mejoras que son o fueron de la Sucesión del General Pedro Murillo, de la sucesión de Pedro Chávez y de Gregorio Ibarra; y Oeste, Carrera 6 del Comercio. La Sociedad «Salón de Lectura» está en pose­sión de lo donado; la presente liberalidad se estima en la cantidad de qui­nientos setenta y cuatro mil setenta y ocho bolívares con ochenta y cuatro céntimos (574.078,84; y en su formal aceptación la hará la Sociedad be­neficiaria por documento separado. Así lo otorgo en Caracas, a diez de octubre de de mil novecientos cuarenta y seis."­

Como una contribución para la constitución de la Galería de Presidentes de la Sociedad Salón de Lectura presentamos esta primera investigación de los primeros cincuenta años del Ateneo del Táchira, clasificación que se sustenta en los datos de Mons. Edmundo Vivas:

Dr.

Abel Santos

1907--1908

Dr.

Lucio Oquendo

1908-1909

Dr.

Eduardo E. Santos

1909-1910

Dr

Dn.

Aurelio Ferrero Troconis.

1910-1911

Dn.

Lorenzo Tamayo M.

1911-1912

Dr.

Abel Santos

1912-1913

Dn.

Alfredo Velazco

1913-1914

Dr.

Antonio R. Costa

1914-1915

Dr.

R. González Uzcátegui

1915-1916

Dr.

Amenodoro Rangel Lamus

1916-1917

Dn. ,

M, Hernández Mantilla

1917--1918

Dr.

Clemente Manucci

1918-1919

Dr.

E. Loynaz Sucre

1919-1920

Br.

Carlos Rangel Lamus

1920-1921

Br.

Carlos Rangel Lamus

1921-1922

Dr.

Tito Sánchez

1922-1923

Dra.

M. Hernández Mantilla

1923-1924

Br.

Ramón Velásquez

1924-1925

Dr.

Víctor Zambrano Roa

1925-1926

Dr.

Luis Eduardo Montilla

1926-1927

Dr.

Eduardo E. Santos

1927 -1928

Dr.

Eduardo E. Santos

1928-1929

Dr.

Eduardo E. Santos

1929-1930

Dr.

Ulises Picón Rivas

1930-1981

Dr.

Ulises Picón Rivas

1931-1932

Dn.

Alejandro Rojas F.

1932-1933

Dn.

Manuel S. Albornoz

1933-1934

Dn.

Eleazar Fornez P.

1934-1935

Dr.

Amenodoro Rangel Lamus

1935-1936

Dr.

Luis Eduardo Montilla

1936-1937

Dr.

Raúl Soulés Baldó

1937-1938

Dr. Raúl Soulés Baldó

1938-1939


Dr. F. García Monsant

1939-1940


Dr. Raúl Soulés Baldó

1940-1941


Dr. Ramón J. Velásquez

1941-1942


Dr. Amenodoro Rangel Lamus

1942-1943


Dr. Miguel Murillo Vivas

1943-1944


Dr. Aurelio Ferrero Tamayo

1944-1945


Dr. Leonardo Ruiz Pineda

1945-1946


Dr. Jorge Murillo

1946-1947


Dr. Juvenal Curiel

1947-1948







Precursor de este sueño fue el Ateneo Luisiano en La Grita, fundado por Emilio Constantino Guerrero el 21 de junio de 1891, bajo la anuencia protectora de Mons. Jesús Manuel Jáuregui Moreno; del cual fue miembro Honorario Don Tulio Febres Cordero. En el Colegio-Seminario Sagrado Corazón de Jesús en La Grita se formó también una generación de las llamadas Luces del Salón de Lectura de San Cristóbal.

Por cierto que en el centenario del nacimiento de Mons. Jáuregui Moreno, la Sociedad Salón de Lectura elaboró un Considerando el 18 de agosto de 1948, en señal de gratitud y se acordó erigir una Plaza Monseñor con su epónimo, e igualmente hacer la donación del busto en bronce que la Sociedad Salón de Lectura poseía de tan ilustre ciudadano, y que fuera donado en el año 1941 por el Doctor Cesar González. Se propuso inaugurarla el día central del centenario, el 28 de septiembre de 1948. Acto en el cual fue Orador de Orden el Dr. Aurelio Ferrero Tamayo.

Los egresados del Colegio de Mons. Jáuregui se destacaron por obtener premios en el Salón de Lectura, recordamos a dos de los laureados: Luis Eladio Contreras, obtuvo con su canto: El Ángel de la paz el premio del certamen literario patrocinado por el Salón de Lectura el 5 de julio de 1909; y Pablo Romero Durán, lo obtuvo en 1911. Pero tenemos que incorporar también a Antonio Rómulo Costa, y la pléyade de familias de inmigrantes italianos y corsos que se incorporaron a la cultura tachirense, también formados en el Colegio Seminario Sagrado Corazón de Jesús, como los Lupi, los Croce, los Sardi, los Galeazzi, los Gulielmi, los Consalvi, los Melani, los Peruzzini, y los Belardi. De esta generación tuvo especial significación para el Salón de Lectura el Dr. Antonio Rómulo Costa quien fuera presidente entre 1914-1915, y quien además ocupó cargos insignes en la palestra estadal, entre otros: Director del Colegio Nacional de San Cristóbal, Presidente de la Corte Suprema de Justicia del Estado cuando la justicia se impartía autonómicamente en cada entidad federal. Su estirpe pedagógica se encuentra en la misma tradición de pedagogos como: Pedro Monsalve, Acisclo Bustamente, Federico Bazó, Santiago Briceño, José Abel Montilla, y Pedro María Morantes. En 1936 fue senador por el Estado Táchira. Don Amenodoro Rangel Lamus, quien fuera su discípulo, hizo la siguiente semblanza física: “de ojos azules, y tez blanca y sonrosada, cabeza arrogante y erguida, y aspecto de sabio y centurión, la voz recia y sonora, la expresión clara y precisa que traducía fielmente la ondulación de sus ideas, y entonces su semblante tranquilo reflejaba la bondad de sus sentimientos y su anhelo de dar a sus discípulos una formación intelectual que los capacitara para afrontar después con éxito, las luchas de la vida." Debemos destacar que la formación recibida en las aulas jaureguinas tallaron el mármol de las ideas renovadas que iniciaron la transformación de un Táchira cuasi feudal a fines del siglo XIX a un Táchira Moderno durante el siglo XX.

Hay una leyenda negra que busca desacreditar y presentar como una etapa de oscurantismo absoluto al proceso histórico conocido como la Dictadura de Gómez. Pero tenemos que decir que, a pesar de Gómez, el Estado Moderno venezolano emergió paradójicamente de una dictadura. Y en parte, se lo debemos estos pioneros que supieron tener la visión de una Táchira Moderno. Los nombres de estos pioneros no pueden pasar desapercibidos: Emilio Constantino Guerrero, quien llegó a ocupar los más altos cargos en el Poder Público: la Presidencia de la Corte Federal y de Casación, y en etapa de transición, la Presidencia de la República, y finalmente, Embajador en el Brasil. Vicente Dávila, destacado historiador e investigador. Rubén González, fue Ministro de Instrucción Pública en dos oportunidades; y el más relevante, Eleazar López Contreras, fue Presidente de la República y el encargado de iniciar la transición hacia una Venezuela democrática, tal como se evidencia en el I Plan de la Nación de 1936. López Contreras tiene el mérito además de iniciar la profesionalización de la milicia. Por eso la historia no se puede escribir simplemente en blanco y negro, hay que leer los matices.

Entre las féminas de esta generación destacamos a Josefa Melani de Olivares, conocida como la poetisa Isaura, símbolo de reivindicación social de la mujer. Con Josefa Melani (Isaura) la mujer tachirense salió del aposento para hacer vida social e intelectual, inquietud intelectual materializada con la publicación del periódico El Esfuerzo (1905-1913). Representa el primer esfuerzo de superación de la razón patriarcal. En los 98 años del Ateneo del Táchira (Sociedad Salón de Lectura) recordamos que dio un recital poético invitada por Don Amenodoro Rangel Lamus, y que Gloria Stolk (1974), reproduce en su fina biografía sobre Isaura, al respecto señala: "Honda emoción he sentido, lo confieso, al ver su fina caligrafía en algunas de sus cartas, en las cuales la encuentro más viva, más real, más ella misma, que en otras producciones literarias. Así una carta dirigida al Salón de Lectura, con fecha 22 de diciembre de 1916, en la cual contesta al doctor Amenodoro Rangel Lamus, que la invitaba a pronunciar una conferencia." Es el testimonio de cara a la historia positivista, que precisa del documento. Sin embargo, Isaura más que una poetisa es un símbolo de la mujer intelectual de todos los tiempos; desde entonces la historia de la mujer en el Táchira se escribirá antes y después de ella. Con justicia el Salón de Lectura develó en la galería de Varones ilustres a la única poetisa que engalana sus paredes; hecho que atestigua don Tulio Chiossone en 1968 al decir: "en el Salón de Lectura de San Cristóbal fue descubierto el retrato de doña Josefa Melani de Olivares, la inolvidable Isaura. Bien se ha hecho en colocar en la Galería de Retratos de la Universidad del Táchira así consideramos nosotros a la Sociedad Salón de Lectura." Don Antonio Arellano Moreno la recuerda como la heroína de la cultura al afirmar: "en el mundo de las letras, cumple papel de alta significación en una ciudad que se convierte en el Ateneo del occidente venezolano." El poeta Teodoro Gutiérrez Calderón en una entrevista echa a Isaura la tarde del 6 de diciembre de 1941, y que Néstor Melani nos lo aporta como dato fidedigno, fue testigo de la confesión acerca de su recital en el Salón de Lectura de San Cristóbal el 27 de octubre de 1914. Dicha entrevista fue publicada en la Revista Muestras del Instituto Jáuregui. Mantuvo amistad con poetas e intelectuales de talla internacional, como Aurelio Martínez Mutis, quien dio un recital en el Teatro Garbiras y dedicara versos para Mireya, su hija. Isaura y Emilio Blen Muñoz habían sido los que propiciaron el recital del poeta colombiano. El poema sirvió para atestiguar que Isaura estuvo también en el Teatro Garbiras de San Cristóbal; a continuación reproducimos un fragmento: "Niñas tiene Venezuela/en vuestra madre y en vos/ dones máximos de Dios: /lo que arrulla y lo que vuela! /Si es mi ruda cantinela/ pobre en este festival/ las dos remediais mi mal/ pues pone vuestra dulzura/ un astro en la sombra oscura/ y un lirio en el matorral." A nivel nacional Udón Pérez, Polita de Lima, y Pedro Romero Garrido fueron testigos de la prosapia intelectual de la gritense. En su trabajo Carmen Teresa Alcalde la describe como la Alondra Andina y Ruiseñor de Los Andes pero destaca que su mérito "no estuvo sólo en ser periodista y escritora, sino que su obra excepcional consistió en convertir su casa en un Ateneo, ya que era sitio de reunión de poetas, pintores, músicos y artistas en general."

El Teatro Garbiras fue una de las instituciones culturales que precedió al Salón de Lectura. Idea del zuliano Arístides Garbiras Áñez pero fue inaugurado por su yerno José María Semidey Gutiérrez el 1 de octubre de 1904. Estaba ubicado donde hoy está el Edificio Santa Ana, carrera 4, esquina con la calle 6. El centenario del 19 de abril de 1810 se celebró en esta institución cultural, donde también fue albergue para grandes veladas líricas, musicales, recitales poéticos y testigo del séptimo arte en San Cristóbal.

El Salón de Lectura de San Cristóbal poco a poco se fue ganando un lugar privilegiado hasta convertirse en el Ateneo del Táchira, epicentro de la cultura tachirense. Por cierto que en la gestión de Don Rafael María Rosales oficialmente se adoptó el nombre Ateneo del Táchira (Sociedad Salón de Lectura), a pesar de la resistencia de dos socios, quienes finalmente aceptaron.

Uno de los secretos para que el arroyo siguiera su curso fue incorporar a la agenda cultural las nacientes creaciones de revistas y publicaciones, algunas de las cuales devinieron en grupos literarios de gran talla y renombre regional. Fue así como el 20 de mayo de 1915 acoge la Revista Bloques de Rafael Leonidas Torres, considerada el hermano mayor de El Cojo Ilustrado en el occidente del país. Por esta desfilaron personalidades como Isaías Medina Angarita, Vicente Elías Moncada, Job Amado, los hermanos Fernando y Francisco Tamayo, José León Escalante, Diana Martínez, Amalia Tamayo, Francisco León Sayago, Pablo Vicente Acuña, Ricardo González Valbuena, Pedro Rafael Moncada, y Augusto Giusti. Eran tiempos, como dice Don Tulio Chiossone (1974), donde "la vida intelectual estaba también sometida a este ritmo lento. Conocíamos las grandes creaciones del arte en todas sus formas a medida que el correo, lento como una caravana de Sahara, nos traía tal o cual revista de canje, o de obligada cortesía, para el Salón de Lectura (…) En ese ambiente muchas veces salpicado de temor, se cultivaba el espíritu. En la Revista Bloques, (…) en el periódico Horizontes de los hermanos Quintero, (..) El pensamiento del atormentado filósofo alemán, Federico Nietzsche, era glosado por Carlos Rangel Lamus, (…) Páginas de sabor cervantino ofrecía la pluma de Antonio Rómulo Costa, y poemas filtrados en el lirismo de Píndaro y Alceo, nos ofrecía Vicente Elías Moncada."

También incorporamos a esta generación la publicación Antena y Mástil, fundada por Antonio Quintero García y el merideño Pedro Romero Garrido. Nos relata Don Simón Alberto Consalvi (1948) que el poeta tenía el arte de una de las virtudes más caras en los trágicos griegos, la ironía.

El Grupo editorial Trebol con los trabajos de Enrique Loynaz Sucre y Rafael Torres Márquez conjugaron la prosa de la generación del Cojo Ilustrado con el canto del joven estudiante del Liceo Simón Bolívar. Pero sin duda alguna que el más universal de toda esa generación ha sido Manuel Felipe Rugeles, a quien dedicamos en el centenario de su muerte el siguiente poema: " San Cristóbal, Puerta del Cielo / Memoria de la Tierra / Estación Dorada / Aldea en la Niebla / bello, te cantó tu hijo. /Manuel Felipe, /hoy te cantan las montañas / con niebla perenne, / con gota de rocío, /con dulce caña. /los gorriones ya no están / y las mariposas se marcharon, /sólo tu canto nos queda. /Gracias al cielo/ los siete líricos mayores nos consuelan: / Bello /Maitín /Acosta/ Yepes /Pérez Bonalde /Lazó Martí/ y Rugeles."


II. RAÍCES FORMADORAS DE LA GENERACIÓN INTERMEDIA DEL SALÓN DE LECTURA.

Se inician con la publicación Nautilus, de los estudiantes y profesores del Liceo Simón Bolívar con Carlos Rangel Lamus a la cabeza. Esta generación tomó la posta dejada con honor, y destacamos a los siguientes: Román Eduardo Sansón, Ciro Urdaneta Bravo, Leonardo Ruíz Pineda, Manuel Osorio Velasco, Augusto Cárdenas Becerra, Rafael Pinzón, José Domingo Colmenares Vivas, Antonio Pérez Vivas, Miguel Moreno, Simón Becerra, Ytalo Ayesterán, y Juan Beroes.

En el carnaval de 1940 aparece la conocida Junta Pro-Arte, impulsada por Luis Felipe Ramón y Rivera, Manuel Osorio Velasco y José Ignacio Olivares. A este grupo músico-literario se le une Marco Antonio Rivera Useche, Luis Eduardo Montilla, José Clemente Laya, José Manuel Rodríguez Uribe, Cesar Casas Medina (Poeta payanés).

Este grupo organizaba giras al interior del estado Táchira, recordamos, en especial, una en La Grita. A comienzos de la década del cuarenta del siglo pasado, se respiraba ese aroma exquisito de ciudad luz. Aspecto que puede ser constatado por el calibre intelectual en un acto convocado por jóvenes estudiantes de la Federación de Estudiantes de Venezuela, sección Táchira, y la Junta Pro-Arte, reunidos en La Grita el día 8 de junio de 1941. El Lugar elegido fue el antiguo y extinto Teatro Gandica, y destacamos lo siguiente: presentación de Oberturas por la Orquesta de la Junta Pro-Arte, bajo la dirección del Profesor Luis Felipe Ramón y Rivera. Esta Orquesta estaba integrada por Luis Eduardo Cote, Pedro Delgado Chacón, José Ignacio Olivares, José Antonio Prato, Manuel Osorio Velasco, Miguel Ángel Moreno, Pedro Moreno, Alfirio Niño, y Rafael Osorio Velasco. El acto tenía como objetivo la conferencia del Dr. Raúl Soules Baldó, la cual fue presentada por el Br. Ramón J.Velásquez. Luego declamó el Dr. Teodoro Gutiérrez Calderón con acompañamiento del conjunto orquestal de la Pro-Arte. ¡Qué tiempos aquellos!

A este esfuerzo le sigue el Grupo Yunke (1943-1945), compuesto por estudiantes y profesores del Liceo Simón Bolívar, entre ellos: José Antonio Escalona Escalona, Pedro Pablo Paredes, Régulo Burelli Rivas, Cesar Casas Medina, Armando Rojas, Felipe Ramón y Rivera, G. Luzardo, Manuel Osorio Velasco. Le sigue el Grupo Signo, de efímera existencia. En 1949 aparece Ariel, con Marco Ramírez Murzi, en San Antonio del Táchira para darle vida a la Casa de la Cultura.

La Junta Directiva de la Sociedad Salón de Lectura (1948-1949) estaba integrada por el Dr. Pedro Pablo Morales, Presidente; Dr. Aurelio Ferrero Tamayo, Primer vicepresidente; Dr. Roberto Villasmil, Segundo vicepresidente; y Sr. Marco Figueroa, Secretario. Dieron gran impulso a la revista Logos, y la galería de Varones Ilustres de la Sociedad Salón de Lectura, para ese momento la Galería contaba con las siguientes representaciones: Domingo Guzmán, Arístides Garbiras, Caracciolo Parra León, Jesús Manuel Jáuregui Moreno, Mons. Tomás Antonio Sanmiguel, José Manuel Agosto-Méndez, Alberto Adriani, Luis Razeztti, y Carlos Rangel Lamus. A él, se le debe el haber fundado el órgano de difusión institucional, la REVISTA LOGOS. Este año de 1949 el Salón de Lectura recibió al poeta colombiano Jorge Artel, cuya apología estuvo a cargo del Dr. Aurelio Ferrero Tamayo.

Quisiera invitar a los miembros de la Junta Directiva que se juramenta hoy, con el debido respeto, a que rescatemos del anonimato los héroes anónimos de la cultura tachirense; y preservemos el ejemplo dado por las generaciones anteriores. Recientemente han muerto grandes representantes de la Sociedad Salón de Lectura, algunos de los cuales fueron presidentes o miembros de la Junta Directiva, y que incluso deben merecer una nueva Galería que inmortalice en el bronce su trayectoria al estilo del Palacio de las Academias en Caracas, son ellos: Don Rafael María Rosales, Dr. Aurelio Ferrero Tamayo y Mons. Dr. Carlos Sánchez Espejo. Igualmente, debo recordar que la Galería Artística que llevaba el epónimo de Manuel Osorio Velasco debe ser rescatada, o en su defecto crear una con su nombre, para hacer honor al maestro de generaciones de artistas tachirenses. Esa filosofía humilde y sencilla con la cual nació la Sociedad Salón de Lectura debe ser una esencia que no se pude perder.

La historia de la Sociedad Salón de Lectura ha sido paralela a la historia de grandes instituciones culturales del Táchira. Pues, las ha visto nacer y crecer bajo su techo. En particular, destacamos: la Sociedad Bolivariana de San Cristóbal; el Centro de Historia del Táchira; y la Extensión de la UCABET.

La Sociedad Bolivariana de San Cristóbal fue creada por Decreto Ejecutivo del 23 de marzo de 1938, siendo el Dr. Ángel Biagini, el primer presidente; y el poeta Manuel Felipe Rugeles, el Vicepresidente. También formó parte de la Junta Directiva Don Rafael María Rosales. Le relevó en la presidencia años más tarde el Dr. Alejandro Trujillo, siendo Don Rafael María Rosales, Secretario General. Luego hubo una etapa e desierto, hasta que se reorganizó con ocasión del Cuatricentenario de la ciudad de San Cristóbal. Fue así como el cinco de noviembre de 1960, en reunión convocada por el Dr. Mario Briceño Perozo, delegado nacional de la Junta Directiva de la Sociedad Bolivariana de Venezuela quedó constituido en la capital del Táchira el centro Correspondiente de San Cristóbal. La Junta Directiva estaba integrada por: Presidente, Dr. Horacio Cárdenas; Prime Vice-presidente, Don Luis Jugo Amador; Segundo vicepresidente, Don Francisco Mogollón F.; Secretario General, Don Rafael María Rosales; también integraron la Junta: José Agustín Briceño Suárez, Malula García Tamayo, Carmen Aurora carrillo, Alejandro rojas, Dr. Ángel Biagini, Dr. Aurelio Ferrero Tamayo, Dr. Juan Tovar Guédez, Dr. José Adolfo Jaimes, Dr. J. J. Villamizar Molina, Dr. Eduardo Ramírez. La Comisión redactora de los Estatutos estaba compuesta por el Dr. Amenodoro Rangel Lamus, Dr. José Dolores Rico, y Dr. José Quintero García.

Luego del Bicentenario del Libertador, en 1983, una nueva etapa se reabre para la Sociedad Bolivariana del Táchira. El 19 de julio de 1985 se nombró Presidente Honorario al Dr. Horacio Cárdenas Becerra, y en ese mismo acto se juramentó la nueva Junta Directiva compuesta por el Dr. Francisco Fontiveros Casanova, Presidente; Dr. Edgar Velandia, Vicepresidente, Pedro R. Villasmil, Secretario General; y la Dra. Charito Molina de Jugo, tesorera. Labor que todavía se recuerda por el entusiasmo en la publicación del Boletín de la Sociedad Bolivariana, y sobre todo, porque diseminaron el ideal bolivariano fundando varios centros por la geografía tachirense; entre los que destacamos el juramentado en La Grita, el 11 de octubre de 1986.

En el tiempo sigue la obra como presidente de Mons Nelson Arellano Roa. El esfuerzo realizado por Mons. Nelson Arellano Roa vio cristalizar un espacio físico para la Magna Casa de la Sociedad Bolivariana del Táchira, y dejó delineada la filosofía institucional, en base a los siguientes supuestos: "a. Por su antigüedad: fue fundada en 1842 (…) b. Por su fundador: fue creada por el Ilustre Prócer Rafael Urdaneta. C. Por su alcance: al comienzo fue una asociación privada. Pero fue constituida en institución pública nacional según Decreto Ejecutivo de fecha 23 de marzo de 1938, publicado en esa misma fecha en el Nº 19.526 de la Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela. D. Por su objetivo: ´La sociedad Bolivariana de Venezuela es una institución apolítica, con régimen legal autónomo, que tiene por objeto enaltecer la memoria del Libertador y difundir el conocimiento de su ideario, de su vida y de su obra, para la mejor orientación de las nuevas generaciones y su aplicación al estudio y solución de los problemas de nuestro tiempo.´ (Art. 2º del Estatuto General)" La consolidación del espacio físico encontró campo fértil en el espíritu filantrópico del entonces Gobernador Licenciado Francisco Ron Sandoval, quien hizo posible el TÍTULO DE PROPIEDAD, al dar en calidad de DONACIÓN en fecha 10 de mayo de 1990, una casa ubicada en la calle 4, entre carreras 3 y 4, frente a la Catedral, Parroquia San Sebastián, Municipio San Cristóbal del Estado Táchira, con un área de NOVECIENTOS CUATRO METROS CUADRADOS (904,00 m2). Pero este paso sólo fue el comienzo de un largo camino que transformó la vetusta casa de bahareque en un joya inspirada en la arquitectura neocolonial venezolana; gracias a los aportes de los gobernadores: Ron Sandoval, Ricardo Méndez Moreno, y Ronald Blanco La Cruz, quien ha consolidado el esfuerzo en la actual Magna Casa con un área aproximada de dos mil cincuenta metros (2.050,00 m2).

Continuadores de ese sueño han sido las presidencias de la Dra. Gladys Higuera y el Ingeniero Alejo García. Aprovechamos para informar que la Magna Casa de la Sociedad Bolivariana abrió sus puertas al público a partir del 29 de enero del 2005, en la calle 4, con carrera 3 y 4, frente a Catedral. Actualmente la Junta Directiva de la Sociedad Bolivariana está compuesta por: Dr. José Pascual Mora-García, presidente; Coronel (Ej.) José Francisco Colmenares, Vicepresidente; MTM Miguel Ángel Bustamante, Secretario General; Gustavo García Altuve, Secretario Administrativo; Dr. Andrés Eloy León, Consultor Jurídico; Lic (a) Milagros Lucena, Bibliotecaria; Prof. Pedro Ruíz, Coord. Soc. Bol. Estudiantiles; Prof. Marcos González Muñoz, Coord. Edic. y Public; Vocales: Médico Adolfo Sánchez, Lic. Evangelista Chacón, y Don Rafael Ojeda Camperos.

En nombre de Sociedad Bolivariana del Táchira, y en mi condición de Presidente quiero agradecer públicamente la generosidad del Ateneo del Táchira (Salón de Lectura) por habernos albergado en sus espacios por espacio de 67 años.

Pasemos ahora al Centro de Historia del Táchira. Se remonta al año 1942, y fue creado por resolución de la Sociedad Salón de Lectura de la ciudad de San Cristóbal, del cual fue su primer presidente el Dr. Ramón J. Velásquez. Integraron este primer centro, los doctores Amenodoro Rangel Lamus, Vicente Dávila, Ramón J. Velásquez; de los profesores Alberto Román Valecillos, Luis Felipe Ramón y Rivera; Mons. Edmundo Vivas y el Pbro. Raúl Méndez Moncada; cronistas como Don Marco Figueroa y Don Alejandro Rojas Figueroa. Esta etapa podríamos considerarla como formativa, o más bien, el momento en el cual se constituye como un campo especializado del análisis histórico el pasado tachirense, sobre todo, el estudio de la historia del espacio colonial tachirense. Más tarde, el ejecutivo regional aprobó oficialmente el Centro de Historia del Táchira por el decreto del 20 de marzo de 1950, siendo Gobernador del Estado Táchira el Dr. Antonio Pérez Vivas. Este Centro fue integrado por figuras de una destacada trayectoria como Don Luis Eduardo Pacheco, el Dr. Aurelio Ferrero Tamayo, Don Rafael María Rosales, el Dr. Félix María Rivera, y Don Manuel Osorio Velasco, entre otros. En 1968, se inició lo que se denominó segunda etapa del Centro de Historia, al ser decretado oficialmente por el Gobernador Juan Galeazzi Contreras; en el resuelto n° 71 se reestablecía en esta Capital el “Centro de Historia del Táchira”. Integraron la institución en esta etapa dieciocho individuos de número, son ellos: Nº 1, Rafael María Rosales; Nº 2 Monseñor Edmundo Vivas; Nº 3, Luis Eduardo Pacheco.; Nº 4, Aurelio Ferrero Tamayo; Nº 5, José Quintero García; Nº 6, Feliz María Rivera; Nº 7, Amenodoro Rangel Lamus; Nº 8, Ramón José Velásquez; Nº 9, Pío Bello; Nº 10, Horacio Cárdenas; Nº 11, Carlos Sánchez Espejo; Nº 12, Pedro Pablo Paredes; Nº 13, José García Rodríguez; Nº 14, José Antonio González C.; Nº 15, Ilia Cira Rivas de Pacheco; Nº 16, Xuan Tomás García Tamayo; Nº 17, Emiro Duque Sánchez; Nº 18, José Joaquín Villamizar Molina. La tercera etapa, se tipifica por la elevación a la jerarquía de Academia, por medio del Decreto N° 39, del Ejecutivo del Estado, de fecha 23 de mayo de 1991. Y la cuarta etapa, podríamos decir que se inicia con la reciente aprobación de la Ley de la Academia de Historia del Táchira por parte del Legislativo tachirense, de la cual sólo falta el ejecútese por parte del Gobernador Lic. Ronald Blanco Lacruz, y su publicación en Gaceta Oficial. Actualmente la Academia de Historia del Táchira está compuesta de la siguiente manera: Dr. José Pascual Mora-García (Presidente); Lic. Gustavo Garí Altuve (Vicepresidente); Antropóloga Fanny Zulay Rojas Moreno (Secretaria) Antropóloga Reina Durán (Tesorera); Felipe Guerrero (Bibliotecario); Prof. Nerio Leal, Abogado Luis Hernández, y Lic. Tirso Sánchez (Comisión de Publicaciones).

III. RAÍCES DE LA TERCERA GENERACIÓN DEL

SALÓN DE LECTURA.

Podemos decir que se inicia con la Peña Literaria Luis López Méndez en febrero de 1942. Curiosamente fue presentada por primera vez a través del efecto radio-eléctrico en la emisora "La voz del Táchira." Y lo encabeza el Dr. Miguel Octavio Sosa, su primer presidente, junto a Tulio López Ramírez, Hernán Rosales Flores, y Rafael María Rosales. Ya en septiembre presentan el primer libro sobre las ponencias discutidas los primeros seis meses. Ojalá que este ejemplo se repita en las instituciones culturales actuales, que se limitan sólo a una labor administrativa y que relegan a un tercer lugar su responsabilidad intelectual. Fruto del trabajo intelectual recordamos las producciones literarias del Pbro. José Gregorio Pérez Rojas, José Mardonio González, Marco Figueroa, Luis Anselmo Díaz, Cesar Casas Medina, Pedro Pablo Morales, Francisco Bentacourt Sosa, Dr. Ernesto Santander, Dr. Hugo Murzi, Ingeniero José Rafael Ferrero Tamayo, Dr. Francisco Romero Lobo, entre otros. Podríamos decir que ha sido uno de los ejemplos más fervientes de la presencia del intelectual orgánico tachirense, renunciando a la figura del celestinaje ideológico.

La década del sesenta se inicia con la creación de la Peña Literaria Manuel Felipe Rugeles. Nace el 8 de julio de 1960 bajo el cobijo de la ceiba secular del San Cristóbal Tenis Club. Fueron sus fundadores: Horacio Cárdenas Becerra, Manuel Osorio Velasco, León Alfonso Pino, Luis Martínez Manrique, Antonio Mogollón F., Ciro Bacarani, José Antonio Rugeles, y Rafael María Rosales, y otros quienes se han incorporado en el tiempo como Carmen Teresa Alcalde.

En el año 1964, nace la Peña Literaria Andrés Eloy Blanco. Presidida por Rafael Olivera; Elio Jerez Valero, vicepresidente; y Pablo Mora, Secretario. Por cierto que asistieron al homenaje rendido al insigne poeta y literato Teodoro Gutiérrez Calderón, ofrendado en Cúcuta el 5 de septiembre de 1964. A este grupo también pertenecen Rafael Guerrero, Rubén Darío Becerra, Miriam González, Agustín Guerrero Marciales, Clara Silva, Ramón Carrero Mora, Pedro José Soto Ortiz, Juan Michelangelli, y el poeta llanero Luis Rafael Olivera.

La Cueva Pictolírica, nace en 1965. Y se alimenta de los integrantes de la peña anterior. Lo integraban: Rafael Guerrero, Miriam González, Rubén Darío Becerra, Pablo Mora, José campos Biscardi, Fredy Pereira, Agustín Guerrero, Juan Michelangelli, Ulacio Sandoval, Hugo Mendoza, Elio Jerez Valero, Luis Rafael Olivera, Jesús Álvarez, Luis Castro Medina, Salvador Weg.

Eran tiempos de gran efervescencia literaria y se alimentaba de la diatriba entre los grupos. El choque generacional era inevitable, quienes se resistían a los cambios y quienes se adelantaban no siempre conciliaban. Quizá el único ejemplo lo dio la Peña Manuel Felipe Rugeles al invitar a la virulenta representación de la Peña Pictolírica.

En la década del setenta nace el Grupo el Parnasillo, encabezado por el poeta, crítico y laureado escritor Pedro Pablo Paredes. Junto a él, se incorporan Elio Jerez Valero, María Luisa Alonso, Germán Pérez Chiriboga, María del Carmen Suárez, Dionisio Aymará, Eunice Escalona, Pablo Mora, Etha de Ramírez, Emiro Duque Sánchez, entre otros.

Le sigue el Grupo Zaranda fundado por Antonio Mora, el poeta uribantino, médula y columna central que llevó a captar el espíritu literario y poético de las generaciones emergentes de las últimas décadas del siglo XX. Su lugar de reuniones en la antigua sede de la Biblioteca Pública Leonardo Ruiz Pineda se convirtió en un escenario para promover el sueno de quienes inspirados por las musas cantaban la alegría de vivir. Allí encontramos a Luz Marina Sarmiento, Manuel Rojas, Gerardo Becerra Gamboa, Germán Pérez Chiriboga, Pablo Mora, René Gamboa, Etha de Ramírez, Belkys Candiales, Luis José Oropesa, Lolita Robles de Mora, Geisha Carola, y tantos que tuvimos la oportunidad de expresar nuestras inquietudes literarias.

En 1982, cuando la gestión como presidente del Ateneo del Táchira, del arquitecto Henry Matheus se desarrolló una amplia labor cultural, los encuentros de poetas y académicos que tuvo su máxima expresión en el Grupo ARIETE, donde participó también el periodista Francisco Guerrero Pulido. Igualmente durante la gestión del año 1988-1989, integrada por Henry Matheus, presidente; Francisco Guerrero Pulido, Vicepresidente; Otto Rosales Cárdenas, secretario; además de Doña María Santos Stella de Sánchez, Francisco Bethancourt Sosa, Miguel Ángel Moreno, Edgar Velandia Parra, Francisco Guerrero Sarmiento se le dieron gran impulso a las publicaciones. En este periodo un grupo de intelectuales, poetas, y académicos constituyen el Fondo Editorial el Búho, que tuvo la responsabilidad de sacar la edición de la Revista Logos, después de 19 años. Destacamos a los siguientes: Rosario Jugo, Douglas Guerrero Pérez, José Ignacio Bravo, Carlos Delgado Dugarte, Carlos Sosa, Adolfo Segundo Medina, Ana Rosa Angarita, Antonio Mora, Pedro Raúl Villasmil, Miguel Ángel Salamanca, Mario Cerda, Ernesto Santander, Pedro Pablo Paredes, Rafael María Rosales, Francisco Guerrero Pulido.

La poesía contemporánea tachirense, por sí sola merece un análisis aparte y detenido. De manera que por respeto lo haremos en otra oportunidad. Simplemente quisiera, nombrar a Don Mario Cerda, el poeta de Chillán, venido de la patria de Neruda quien nos legó grandes aportes a la literatura contemporánea tachirense, y sobre todo, una generación formada académicamente en la Universidad de los Andes-Táchira. Herederos de su escuela son Adolfo Segundo Medina, León David Montoya, Elí Caicedo Pinto, Marisol Pérez Melgarejo, Devora Morales, Omaira Hernández, Yolanda Parra, Pedro José Pisanu, y otros quienes han compartido con el poeta como: Elsa Sanguino, Ernesto Román Orozco, "Paz" Tarazona. Nuevas generaciones han renovado el camino de la poesía, algunas de ellas produciendo una poesía con un marcado acento de género, se destacan: Elsa Sanguino, Betsimar Sepúlveda, Judith Casanova, Yidred Rodríguez, Carmen Rosa Orozco.

IV. LA CULTURA TACHIRENSE DE CARA AL TERCER MILENIO.

Echemos una mirada a manera de advocatus diaboli a la conformación de la cultura tachirense actual. Recientemente en una aldea remota del Estado Táchira me encontré con esta experiencia casi paradójica. Esperaba averiguar cuáles eran las costumbres ancestrales que se mantenían en el tiempo de la historia lenta, pues en algunos de nuestros pueblos y aldeas se respira todavía los tiempos de antaño. Característica que pareciera sobrevivir en estas comunidades apartadas de las grandes urbes. Esperaba tener el gusto de observar la inocencia y candidez en los rostros de los niños campesinos, y ¿cuál sería mi sorpresa?. En vez de ello me encontré con un grupo de jóvenes que ansiosamente se disponían a disfrutar un video en formato VHS, en el televisor que servía de conexión con el mundo exterior. Sí, nada más y nada menos, ya habían visto Instinto Básico, y se aprestaban a ver la última superproducción del cine norteamericano: La PASIÓN DE CRISTO, en versión de Mell Gibson.

La sorpresa fue aún mayor cuando en mi viaje a España en el pasado mes de julio, a propósito del Xacobeo-2004 y el III Congreso Internacional Historia a Debate, pude constatar que la película en mención apenas estaba llegando a los cines de la gran megalópolis de Madrid. Paradójicamente la celebrada película fue vista en una aldea del Táchira antes que en Madrid. Sin duda que me recordé del plan globalizador, mejor anglobalización, que busca manejar desde nuestros sueños hasta la planificación minuciosa de nuestras intimidades; ahora la fe puede ser utilizada por la industria de consumo para adiestrar nuestra religiosidad, y en ese sentido, hasta se nos diseña cuándo debemos llorar.

Claro que la globalización nos presenta oportunidades pero también riesgos. Por un lado nos sentimos felices de que se haya superado la contradicción campo-ciudad, en la que las películas o teleseries llegaban con retardo de más de un año en el caso de nuestras generaciones. Pero al mismo tiempo, debemos advertir que el plan modelizador que se esconde en forma subrepticia terminará minando nuestro sentido de pertenencia al Estado-nación, y en consecuencia acabará con la noción de patria.

En el mismo grupo de jóvenes de la aldea tachirense apliqué un test para medir el nivel de discrepancia entre el país donde se vive y en el que quisieran vivir, y nuevamente cuál sería mi sorpresa: el 87 % apostó por uno de los países de la triada CEU, EEUU, o Japón. Y cuando pregunté el por qué, nuevamente una respuesta inesperada: nada tenía que ver con la ciudadanía, es decir, el problema de ser o no ser venezolano. Simplemente les daba igual ser lo uno que lo otro. El problema de la conciencia de la patria pareciera no ser privativo en las generaciones actuales. Cabe entonces preguntarse por la presencia ideologizante de un plan alterno que obtiene mayor eficacia en la modelización que la conciencia de Estado-nación. De hecho, nuestro grupo control manifestó mayor inquietud cuando se les pregunto por la marca del calzado o del pantalón, que por el problema de la conciencia nacional.

Inmediatamente me recordé de Ohmae Kenichi quien apuntaba en su trabajo lo siguiente: “Si no fuera por su idioma o el color de su piel, no habría forma de determinar la nacionalidad de un joven que deambula por la Harajuku de Tokio con tenis Naike, pantalones cortos L. L. Beans, playera Izod, una raqueta Prince (por puro gusto) y una bolsa Louis Vuitton. Visto como consumidor, la nacionalidad de este joven importa mucho menos que sus deseos y aspiraciones básicas.” (Ohmae, 1990) La desintegración paulatina de los Estados-nación y la afirmación de la anglobalización terminarán desarrollando un bricollage sin patria en el nuevo orden mundial. Análisis que iniciamos en nuestro trabajo: Los "sin patria": ¿una nueva organización mental de la nacionalidad?. (Aldea Mundo, Nº 2, 1996-abril 1997) En esa versión exponíamos el problema en abstracto, sin contextualizar localmente las implicaciones. En el presente trabajo además de contextualizarlo exponemos las tendencias filosóficas que están detrás de esos planteamientos en la atmósfera postmoderna.

Otro de los problemas actuales se introduce con el problema del Estado-región planteado por Ohmae Kenichi (1995). Para el futurólogo japonés el Estado Región es una unidad social más adecuada para el mundo sin fronteras que plantea la globalización. Cada vez tendría menos sentido hablar de países homogéneos, como unidades económicas, pues la dinámica ha generado al interior nuevas capacidades y necesidades. Estas nuevas entidades político-territoriales pudieran ser denominadas estado-región.

En el caso, de la Provincia del Táchira parece que evolucionó desde el principio como Estado-región. En el pasado y en la actualidad. La vinculación geo-histórica y geo-económica con el Departamento Norte de Santander (República de Colombia) ha sido estratégica para el desarrollo del Estado-región tachirense. La antigua Provincia del Táchira (1856) se hizo próspera gracias a la exportación del café, en la cual intervenía desde mano de obra santandereana hasta los canales para comercializarse. El producto salía vía Cúcuta para embarcarse hasta el puerto Encontrados, y de allí se enviaba a Maracaibo para comercializarse nacional e internacionalmente. Nuestro café se vendía en Alemania con sellos de casas comerciales de Cúcuta. La globalización no es tan nueva. En verdad es un proyecto de la Modernidad.

La villa de San Cristóbal fundada por Juan Maldonado de Ordóñez y Villaquirán en 1561 evolucionó en el tiempo como una "ciudad de paso" hasta convertirse a mediados de la segunda mitad del siglo XIX en la capital de la antigua Provincia del Táchira, fundada el 14 de marzo de 1856. (Cfr. Informe Castelli, 1855) Actualmente se preparan los actos pro-celebración del sesquicentenario de fundación de la Provincia del Táchira (1856-2006). Y ¿qué ironía? La ciudad-capital como espacio para la identidad regional luce fragmentada y sin historia, pues más que perecerse a la ciudad que la vio nacer su arquitectura simuló ser el remedo de otras latitudes. El último trabajo de Gregorio Aparicio (2004) y la crónica de Luis Hernández Contreras nos dejan extasiar gracias a la magia de la fotografía, la gloria de una ciudad que no pudo resistir ni siquiera una centuria a la ruina del tiempo. ¿Qué diferencia entre las ciudades milenarias de Europa y Asia y nuestra historia arquitectónica? ¿Cuál habrá sido su secreto?

Verdaderas joyas arquitectónicas que serían símbolos de la ciudad han sucumbido a la desidia. A manera de ejemplo citamos algunas: El primer Palacio de Gobierno de 1907 fue derribado en los cincuenta. El Hospital Vargas fundado el 19 de diciembre de 1927, lugar donde se creó la primera Sociedad Médica del Táchira (1937), génesis de la Federación Médica Venezolana, también fue derribado. Sólo se conserva el frontis de Jesús Uzcátegui como testigo silencioso, para no dejar descansar la conciencia de quienes cometieron semejante sacrilegio. El busto de Bolívar, inaugurado el 19 de diciembre de 1912, ha sido mudado infinidad de veces, afortunadamente todavía puede apreciarse en la Plaza Bolívar de la Universidad Nacional Experimental del Táchira. El Teatro Garbiras testigo de la imagen en movimiento en el Táchira sólo se recuerda en el programa radial que ameniza Gustavo Villamizar en la 106.5 FM. Las placas en memoria de la entrada de Bolívar a San Cristóbal, el 16 de abril de 1813, ubicadas en la cuesta de Filisco han sido saqueadas y nunca se han repuesto. Por cierto que la obra diseñada por el arquitecto Alejandro Chataing que admiramos como sede del Ateneo del Táchira (Salón de Lectura) fue seriamente amenazada por los proyectistas del Centro Cívico, gracias a la resistencia se pudo salvar para la posteridad.

San Cristóbal, la capital del Estado Táchira, no escapa al designio del nuevo orden anglobalizador. El llamado “centro”, es decir, ese lugar geográfico preciso que orientaba al turista en la relación centro-periferia, ya no existe. Este fenómeno también se conoce como “angelinización” de las grandes ciudades, en alusión directa a Los Ángeles, EEUU., esa inmensa ciudad sin centro. San Cristóbal ese está convirtiendo, a su manera, en una versión de Los Ángeles.

Los nuevos centros de San Cristóbal no son precisamente la Plaza Bolívar, o el casco histórico colonial sino los Centros comerciales. En cada sector de la ciudad hay nuevos "centros." A nadie casi importa el casco histórico del centro de la ciudad. Los jóvenes llaman dinosaurios a quienes todavía se preocupan por tales trasnochos. Y lo peor de todo es que quiérase o no, Ud., está condenado al destino teledirigido por la sub- cultura shopping. Frente a la ciudad fundada un 31 de marzo de 1561 crece otra construida por la anglobalización, la SAN CRISTÓBAL SHOPPING. La "San Cristóbal shopping" ofrece una nueva multiplicación de centros, en donde cada uno es una ciudad; son modelos de ciudad en miniatura. Y, ¿la historia qué?. No hay problema se la inventamos. Nadie quiere ir a la "casa del general Gómez" en La Mulera pero todos queremos ir a La Encantada. ¿Es o no es así? Son los monumentos del nuevo civismo.

De los barrios ahora no se va al centro, puesto que cada uno acondiciona su llamado shopping. El centro de San Cristóbal dejará poco a poco de ser el centro de oficinas como lo fue durante su crecimiento durante el siglo XX. Nada de todo esto es necesario. Viajar para realizar trabajo de oficina se está convirtiendo en una cosa anticuada. Hoy es infinitamente más fácil, más barato y más rápido hacer lo que no se podía hacer antes: llevar la información y, por lo tanto, el trabajo al lugar en donde están los trabajadores, las herramientas para ello ya las tenemos: teléfono, televisión de doble vía, correo electrónico, máquinas fax, computador personal, modem. Los Cyber´s serán los centros laborales o nuevas oficinas.

Ahora bien, este fenómeno de la San Cristóbal angelinizada debe ser analizado cuidadosamente. Nuestro inconsciente colectivo no ha tenido tiempo de amalgamarse. Vivimos la paradoja de cuando más estábamos orgullosos de la Tachiranidad, en ese mismo momento apareció el fenómeno de la anglobalización para desintegrar los cimientos. Y es que a la anglobalización no le interesa al pueblo con memoria colectiva construida en el tiempo de larga duración sino el nuevo ciudadano "sin patria" de la "cultura del shopping".

En la nueva cultura angelinizada la historia está ausente, o en todo caso, puede ser utilizada como souvenirs. La historia esta planificada por un decorador no por un investigador formado con el método histórico. Si Ud., quiere ser historiador le auguro poco éxito, mejor sería que en la performatividad de las nuevas profesiones estudie decoración light. La nueva historia no se escribe sino que se decora. La historia ahora ocupa roles serviles: decoración y preservacionismo fetichista de los muros. Ud., no compra antigüedades sino objetos envejecidos. ¿Es o no es? Permítaseme un enciso para aportar un testimonio en esta dirección, cual es la reciente restauración de la Casa Steinvorth, en el centro de la ciudad. La presencia del historiador de la arquitectura no fue precisamente la mano que guió la obra. Es verdad que estuvo expuesta a la desidia por más de 20 años, pero tampoco se restauró cuidadosamente, apegados a las investigaciones que han desarrollado los expertos; incluso investigadores, v. gr: Julio Laverde y Alfonso Arellano, que han hecho trabajos de ascenso, tutoriado tesis, y presentado exposiciones nacionales sobre el tema fueron ignorados. Los planos originales habían sido recuperados por los arquitectos Eduardo Santos Castillo y Gustavo Ferrero Tamayo, sin embargo, no fueron seguidos en la restauración. Hoy luce como una representación de la arquitectura postmoderna caracterizada por el collage de estilos.

Por otra parte, si alguna vez le importó la conciencia nacional no se preocupe. La angelinización postmoderna le relevará de ese susto; además sin problemas de ciudadanía ni sentimientos de culpa. Y no precisamente porque "los sin patria" no tengan un espacio sino porque no están interesados en tenerlo. Dentro de poco no podemos preguntar si somos o no tachirenses, una nueva jerga cubre el gentilicio; muchos de nuestros jóvenes dicen llamarse rastas, waperoos, skin head, heavy´s, etc. La nacionalidad ha dejado de ser un problema, pues para el hijo de la anglobalización la nación a la cual pertenece importa menos que sus aspiraciones básicas inmediatas.

Tanto el tiempo como las distancias se han acortado con el perfeccionamiento de las comunicaciones, transporte y los flujos de capitales. Hoy es posible encontrar en las calles de La Grita, San Antonio, Queniquea o en el más alejado de los poblados como la Florida productos desde los conocidos pantalones Lee hasta hamburguesas de McDonnalds. Nombres como Sony, Onda, Nestlé, Perrier, Norelco, Mercedes Benz, Olivetti, y Wolks­wagen son palabras intercambiables en la conversación cotidiana.

Nuestros campesinos también son hijos de la anglobalización. Sí, cuidado podría Ud., equivocarse. Hoy conocen más de su nuevo camión que nosotros que nos la damos de citadinos. El otro día, Anatolio que ahora prefiere llamarse "Maikel", me dio una clase acerca de las características del nuevo camión; por ejemplo, decía con orgullo: "mi camión Ford es más potente, tiene una cabina fabricada en Ureña (Estado Táchira), chasis importado de fabricación estadounidense, y motor ensamblado en Brasil." Seguramente su abuelo se sorprendería de cómo han cambiado las cosas. Aquella frase de que FORD es FORD y CHEVROLET es CHEVROLET, enunciada por el papá de Temístocles, quizás pase a la historia.

Las firmas que fueron patrimonio y orgullo nacional en época de la “guerra fría” se han integrado. A manera de ejemplo las Tres Grandes Detroit (General Motors, Chrysler y Ford) han dejado de ser corporaciones 100% estadounidenses. General Motors es dueña de 34% de las acciones de Isuzu y 5% de la Suzuki Motors; por su parte, la Chrysler Corporations tiene el 15 % de acciones de la Mitsubishi Motors y el 15% de las acciones de Peugeot. Si bien es verdad que los capitales no tienen patria, también es verdad que muchos productos que fueron verdaderos símbolos nacionales forman parte de la Economía anglobalizada.

El centro de gravedad se ha corrido de una vez y para siempre. Pero debemos preguntarnos: ¿acaso la solución para los llamados países excluidos será rechazar unilateralmente las reglas del juego mundial, afirmar la identidad cultural y mantener la economía nacional con criterios endógenos? o, ¿acaso la responsabilidad será que el llegar tarde a las economías globales nos condenará definitivamente?. No hay salidas definitivas ni fáciles. Más que soluciones proponemos iniciar la discusión ubicando el verdadero sentido del problema. No sea que mientras discutimos cómo debería preservarse el centro de la ciudad otros estén inaugurando la nueva San Cristóbal Angelinizada y Anglobalizada.

¡Qué extraño desenlace!. En un siglo donde todo se había planificado para que fuera mejor, de pronto todo da vuelta. Los espacios planificados por expertos ahora parecieran devenir en una especie de Estado de Naturaleza, en el sentido hobbesiano, en donde prolifera una arquitectura feísta. No importa el experto en la planificación urbana, la nueva San Cristóbal emerge entre materos en los andenes; los parques y jardines han sido contaminados por una infinidad de ladrillos adosados sin ningún plan estratégico. Los jóvenes en su desesperada búsqueda de bienestar económico inmediato, renuncian a la idea de estudio y trabajo en el sentido clásico e inventan formas alternativas de enriquecimiento rápido, aún a costa de perder la vida. Afirman abiertamente, ¿cuál es el problema, viejo? lo importante es “el aquí y el ahora.” Los padres hace rato que están fuera de juego; los maestros, intentan resistir en las viejas trincheras escolares atónitas en la desesperanza; los policías, devenidos en trabajadores sociales con uniforme intentan hacer lo que la escuela y la familia no pudieron: un ciudadano. ¿Cómo quedamos?

Apreciados amigos y amigas impera repensarnos en la sabiduría de las arenas para no ahogarnos en el desierto.

Discurso de Orden, a cargo del Dr. José Pascual Mora García, Presidente de la Academia de Historia del Táchira y Sociedad Bolivariana del Táchira. San Cristóbal, 19 de abril de 2005.